El potencial de la comunidad.

Delfina Terrado
7 min readMar 28, 2019

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La semana pasada en Saladillo facilitamos junto a mi coordinadora de la Red de Escuelas de Aprendizaje un encuentro con directivos para comenzar el año juntos, conectados y co-creando espacios nutritivos de aprendizaje. En esta reunión me descubrí asombrada por el relato de un director cuya experiencia atravesó los límites físicos de la estructura de su escuela. En una jornada de trabajo con todo su equipo se propusieron alinear sus propósitos individuales con el propósito comunitario. Se dieron cuenta que hacer consciente este propósito los ayudaba a direccionar su foco de atención y acción a aquellas oportunidades de aprendizaje no tan explícitas en el contexto escolar. Exploraron estrategias innovadoras para rediseñar el proceso de aprendizaje de sus estudiantes según sus necesidades. Así terminaron flexibilizando e integrando los espacios en donde todos los integrantes de la escuela aprenden, aulas multigrado, aulas al aire libre, trabajo en grupos por temática de interés y multimateria, etc. Para ello tuvieron que soltar creencias limitantes de cómo debe ser ese espacio, su organización y sus reglas, quién guía el aprendizaje y explorar nuevos contenidos de estudio. Se encontraron, para su asombro, con un flujo de creatividad que emergía a partir de las posibilidades que escondía su propia escuela.

Hoy en día, estar presente abierto a las posibilidades futuras a nivel colectivo es un acto revolucionario. Este caso en particular de una comunidad educativa llena de coraje, me pone la piel de gallina…porque para llegar a generar un espacio de reflexión, para escuchar profundamente que es lo que esta escuela está pidiendo se han atravesado fronteras individuales y colectivas. Se repensó la identidad de la escuela: ¿Quiénes somos? ¿A qué le debemos prestar atención para potenciar nuestro desarrollo como comunidad de aprendizaje?… se ha habitado un lugar de apertura y paciencia para sensar* qué emerge de este movimiento, de estas preguntas, de esta escuela en particular.

Hace unos días mi gran amigo y colega Martin Bunge escribía lo siguiente:

“Pocas veces (diría casi nunca) nos detenemos a reflexionar sobre la manera en que nuestra forma de entender actúa sobre el fenómeno que estamos observando. ¿Será que nuestra forma de ver influye en aquello que estamos viendo? y de la misma manera…¿De qué manera lo que estamos viendo actúa sobre nosotros?”

Estas preguntas cobran mucho sentido en relación al trabajo que estamos haciendo en las escuelas, en relación al aprendizaje. Codificamos el mundo a través de quien somos; aprendemos de nosotros mismos en relación al contexto en el que vivimos y lo modificamos según nuestra interpretación. El aprendizaje sucede en relación, nada existe por sí solo. Entonces, el despertar radica en el descubrir de nuestra manera de observar, porque tiene una gran incidencia en nuestra forma de relacionarnos. La libertad existe en elegir aquellas cualidades que acompañaran a nuestra observación, esta nos abre las puertas a formar relaciones nutritivas con nosotros mismos, los demás y el contexto que habitamos.

Ian MacGilchrist (2009) explica en su libro “ The Master and his Emissary” como diferentes aspectos de nuestro mundo emergen a partir de la interacción que tenemos con ellos. Esta interacción esta mediada por nuestra capacidad de atención, aquello que atendemos de una situación es lo que decodificamos, es decir, interpretamos. Un ejemplo simple es el de entrar a tu escuela o espacio de trabajo y prestar atención a las primeras señales que observamos. ¿Hacia dónde se dirige nuestra atención? ¿Cuáles son aquellos aspectos que automáticamente estamos interpretando? Es como un casi sin darse cuenta. Muchas interpretaciones que hacemos de la vida a nuestro alrededor están tan automatizadas que nos condicionan a responder siempre de la misma forma. Esto nos inhabilita a descubrir las oportunidades de responder diferente y crear una nueva realidad. Reflexionar sobre las interpretaciones que hacemos nos permite crear nuevas con la información que está disponible, nos ofrece la oportunidad de actuar diferente y permite emerger una nueva realidad. Una pregunta que recomiendo hacer es…¿Qué otras posibilidades existen en esta situación? ¿Qué otra información hay para mí?… aquí abrimos el espacio a otras posibilidades, ya que reflexionar sobre nuestra interpretación nos da luz verde a atender aquello que previamente pasamos por alto.

Según Bandura (1977) aprendemos del mundo que nos rodea de tres maneras diferentes:

  • A través de nuestra experiencia
  • A través de modelos (aprendizaje vicario)
  • A través de las creencias de otros de como funciona el mundo

Estas formas de conocer el mundo se entretejen de tal manera que muchas veces es imposible diferenciarlas. Funcionan como un vitral por el cual pasa la luz y proyecta su figura. Es decir, las creencias que poseemos funcionan como filtros de interpretación de la información que se nos presenta. Así podemos habitar el mismo país, la misma sociedad, el mismo barrio…podemos ser hermanos y de igual manera interpretar el mundo de forma diferente. No solo eso, las interpretaciones que hacemos están mediadas por nuestros estados emocionales. Si estoy transitando un enojo profundo, entonces las experiencias que estoy atravesando y las interpretaciones que hago de ellas van a estar mediadas por ese enojo. Si la ansiedad que me produce estar ante una situación desconocida es muy alta probablemente para interpretar que está sucediendo mi capacidad atencional se vea disminuida. Por lo tanto, mi interpretación de la situación puede ser muy limitada y las posibles oportunidades de ese evento se pierdan. En cambio, si percibo mis emociones puedo validarlas y buscar prácticas contemplativas que me ayuden a volver a mí, en ese caso podré con curiosidad ser consciente del fenómeno al que estoy atendiendo y descubrir el significado que va emergiendo.

Martin Bunge continua…

“ Esto quiere decir que será necesario ver el mundo con ojos de niño, donde nuestra voluntad no esta orientada a buscar una comprensión rápida (como solemos hacer) sino orientada a sostener la tensión interna que genera el no saber, a estar abiertos a la sorpresa del camino que transitamos. Cuanto más nos detengamos en aquello que esta ‘ahí afuera’ para que hable, para que se exprese, para que nos revele su voz particular, más nos estaremos acercando a que ese fenómeno hable por sí mismo. En ese lugar el entender no es una imposición de nuestros saberes previos sobre la cosa, sino que la cosa nos regala su saber, la magia ocurre dentro nuestro. Tal vez reconozcamos esta sensación en aquellos momentos donde sentimos que vivenciamos una revelación, un a-há! que nos transforma instantáneamente, al mismo tiempo que transforma lo que estamos viendo.”

Que experiencia poderosa aquella que expresa a través de nosotros su significado. En una comunidad y a nivel colectivo esto se expresa de la misma forma. Lo interesante es que cada participante es como un órgano de percepción de la realidad que se han multiplicado, la información entra a través de las distintas perspectivas que confluyen en la comunidad. Es importante tomar tantas perspectivas como personas involucradas en esta haya, ya que ese 360 de experiencia enriquece el proceso de transformación. La comunidad funciona como laboratorio, como incubadora y aceleradora de procesos, aprendemos de nuestra experiencia pero también de la experiencia de otros. La naturaleza participativa de la comunidad es una fuente de constante crecimiento y vitalidad que le permite a cada participante experimentar el mundo con curiosidad y una gran voluntad de aprender.

El poder de transformación de una comunidad de aprendizaje tiene un gran impacto en aquellos que están en contacto con esta y en el contexto general donde está inmersa. Conectar con el momento presente como comunidad sostener la tensión para que el fenómeno se exprese a través de nosotros y podamos juntos construir una nueva forma de relacionarnos, una nueva realidad. Una nueva manera de atender a nuestras potencialidades como colectivo, una forma de diseñar futuro regenerando los tejidos vinculares, regenerando el tejido del sistema educativo. Cada escuela que nos encontramos en el camino es parte y expresión del sistema. Si tomamos la responsabilidad de vincularnos con confianza, con respeto, entendiendo que no necesitamos soluciones instantáneas basadas en el miedo; podremos seguir trabajando juntos para que emerjan respuestas a preguntas coherentes con el futuro que queremos construir como colectivo. Quizá en una de esas podremos contagiarnos de esta escuelita de Saladillo.

*La palabra sensar, generalmente la usamos, para definir esa experiencia de estar presente a través de los sentidos sintiendo las posibilidades que reinan en un momento y pueden emerger.

Referencias

McGilchrist, I. (2009). The master and his emissary: The divided brain and the making of the Western world. Yale University Press.

Bandura, A., & Walters, R. H. (1977). Social learning theory (Vol. 1). Englewood Cliffs, NJ: Prentice-hall.

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Delfina Terrado

Delicate Activist/Educational and Regenerative Development/ Social-Emotional Learning Specialist/Learning Communities/ Wellbeing Design.