Hablemos de generar condiciones propicias para la vida…
“Por favor recuerden, lo que sana es quién eres y no lo que sabes.”
C.G. Jung
Hace algún tiempo que estoy pasando por un periodo de profundo rediseño ecológico. Mis elecciones de vida están sintonizando con la siguiente pregunta: ¿Esta decisión que voy a tomar favorece y propicia condiciones para la vida?. Si la respuesta es positiva voy con ella, si en cambio es negativa trato de pensar en alternativas que me ayuden a alinearme con el propósito de propiciar condiciones para la vida. Es un aprendizaje constante, muchas veces me encuentro todavía tomando elecciones poco conscientes, me descubro realizando acciones que perpetúan una manera de ser que no fortalece mi bienestar o el de la gente que me rodea. De a poco la suma de elecciones nuevas va transformando mi vida, busco elegir cada día aquello que me hace sentir coherente con lo que quiero brindar al mundo. Llevar esa coherencia a los espacios donde habito y encontrarla en otras personas a mi alrededor. Confío en ser y propiciar lo que quiero encontrar en las situaciones sociales que vivo.
Esta idea comenzó a germinar en mí a partir de estudiar sobre cómo regenerar el tejido social del sistema educativo, mi tesis en curso. Las preguntas que me mantienen despierta son: ¿Cómo podemos propiciar nuestro florecimiento y el de las personas que nos rodean en los ámbitos sociales que habitamos? ¿Como podemos regenerar las relaciones que tenemos con nosotros mismos, los otros y la naturaleza? Janine Benyus es una brillante biologa y creadora de una nuevo campo científico llamado Biomimesis que estudia los modelos de la naturaleza, luego imitando se inspira en estos diseños y procesos para resolver desafíos humanos. La lección central de esta nueva ciencia para regenerar la cultura social es…
“Life creates conditions conducive to life”
La traducción al español dice: “la vida crea condiciones conducentes a la vida”. Que frase tan increíble y tan simple a la vez. ¿Qué pasaría si nuestros aprendizajes, nuestras ideas, nuestras acciones fueran canalizadas a través de esa oración? ¿Que pasa si mi vida está centrada en propiciar condiciones para la vida? Todavía me falta mucho camino por recorrer para sentirme equilibrada y coherente con el estilo de vida que me gustaría vivir, pero poquito a poco los cambios me van transformando. Es interesante porque así como mi rutina va cambiando, también mi profesión y especialmente cómo me llevo a la práctica.
Trabajo como responsable de contenido para un programa de clima escolar y educación emocional, el diseño del contenido está centrado en el florecimiento humano y el bienestar contextual. El momento presente es la clave en donde habilitar este potencial para el desarrollo individual y colectivo. Lo más interesante de todo es como lo hacemos: a través de comunidades de aprendizaje. Las comunidades de aprendizaje o práctica están formadas por personal educativo y son muchas alrededor de toda la provincia de Buenos Aires. En este texto me gustaría compartir la experiencia de la comunidad de práctica de facilitadores, para mi la comunidad madre. Somos 20, 18 facilitadores, nuestra coordinadora y yo, responsable de contenido. Formamos una comunidad que se auto-gestiona y se auto-capacita, pertenecemos a una iniciativa más grande que se llama Red de Escuelas de Aprendizaje. Tenemos mucho por aprender y evolucionar, pero lo más importante es que estamos abiertos a hacerlo. Somos un sistema que aprende de su contexto, que tiene un propósito y una visión a futuro.
Este organismo nace en un momento en donde nos encontramos con desafíos sistémicos que van más allá de la capacidad de un individuo o una institución. Problemas como cambio climático, destrucción de ecosistemas, desempleo juvenil, aumento de la depresión o ansiedad, el incremento de la inequidad, problemas inclusión, abandono escolar, etc. Por ello, requiere un acercamiento distinto, una construcción de hábitos cotidianos sanos, porque en el día a día estamos construyendo un futuro que no deseamos. Como dice Otto Scharmer:
“Estamos creando colectivamente resultados que nadie quiere”
Entonces quizá la pregunta que surge aquí es: ¿cómo podemos elegir colectivamente hábitos que propicien condiciones para la vida?
La comunidad de práctica funciona como una incubadora y aceleradora de procesos individuales, apoyados en un aprendizaje colectivo que trae conciencia a dos niveles: sobre la propia práctica y sobre el organismo social al cual pertenecemos (nuestra propia comunidad y aquella que facilitamos). En nuestro caso,trabajamos desarrollando varias capacidades, es un aprender a ser profundamente humano.
- Atención Plena, estar presente de manera consciente a la experiencia de cada momento sin juicio, con aceptación y curiosidad. El presente es un regalo para descubrir el futuro emergente.
- Escucha profunda, es un estado de presencia y servicio para realmente conectar con lo que el momento necesita para desplegar todo su potencial.
- Conciencia emocional, nuestro mundo emocional es parte integral de quienes somos, descifrar nuestros códigos emocionales nos permite presentarnos por nuestro crecimiento.
- Integrar diferentes perspectivas. Hay tantas perspectivas como individuos en el mundo, estar abierto a aprender de ellas nos permite tener una mirada multidimensional y comprender plenamente los fenómenos emergentes.
- Aprendizaje constante y aprender haciendo, el contacto con la realidad nos presenta la oportunidad de aprender sobre los distintos impactos de las intervenciones que hacemos diariamente, es una retroalimentación constante.
- Descubrir posibilidades, dentro de cada situación hay una o varias oportunidades solo hay que encontrarlas. Aquí nos enfocamos en los recursos que ya poseemos, es un foco de abundancia.
- InterSer, quien acuña este término es el maestro budista Thich Nhat Hanh, el cual se refiere a la interconección como cualidad intrínseca de la vida. Soy porque tu eres, esto aplica a todo ser vivo.
Este ser profundamente humano que busca generar condiciones conducentes para la vida está en proceso de venir a ser constante. Es decir, cada vez que interactuamos en la comunidad o con otras comunidades estamos aprendiendo a trabajar colaborativamente para regenerar el tejido social, para generar condiciones de vida. Esto no quiere decir que los fenómenos como el enojo, la irritabilidad, la competencia, la desconexión u otros no se manifiesten. Quiere decir que estamos abiertos a dar lugar y expresión a todo el abanico de la experiencia humana pero que buscamos nutrir aquellos fenómenos a los cuales les queremos dar vida. Las polaridades existen con un propósito. Kaplan (2015) escribe en su libro “Artistas de lo Invisible” lo siguiente:
“Los opuestos no combaten, se complementan entre si. La diferencia de nivel crea un potencial, que permite el movimiento y la manifestación viva de energía.”(p.106)
Así como existe la luz, existe la oscuridad y necesitamos de las dos para crear estas condiciones de vida. Dejar una de lado es dejar la vida misma en toda su plenitud, es fragmentarse. Estamos experimentando últimamente la vida a traves de relaciones y expresiones de uno mismo fragmentadas, un “bienestar” fragmentado. Podemos experimentar la plenitud de la vida solo si estamos abiertos a aprender del momento presente tanto sobre la luz como la oscuridad, abiertos a elegir condiciones propicias para la vida. Ser profundamente humano.
En este aprender a ser de mi comunidad tengo responsabilidad sobre mi, en relación a cómo me traigo a los espacios que habitamos y además, a cómo nutro el espacio para que otros puedan aparecer en su plenitud. Trabajar para el desarrollo del potencial humano trae aparejado estar en contacto con mis propios procesos de venir a ser tanto personal como profesional. Es una ilusión separarlos. Estar en contacto con mi desarrollo habilitando esta práctica de rediseño ecológico implica descubrirme en mi contribución a las personas con las que me relaciono, a la comunidad y al mundo. Siento una profunda responsabilidad por mi propio desarrollo de consciencia para estar al servicio de la vida.
Referencias
Kaplan, A (2015) Artistas de lo Invisible, Editorial Antroposófica Argentina